“Cambio demográfico” – un término moderno para el genocidio

La región de Xabûr, que se extiende desde Serêkaniyê a lo largo del río Xabûr hacia el sur, pasando por Til Temir hasta Haseke, está de nuevo bajo fuego desde el 9 de octubre de 2019.

La guerra de ocupación del ejército turco contra las zonas de la Administración Autónoma del norte y el este de Siriaê va acompañada de un genocidio contra los pueblos que han vivido en esta zona durante miles de años. En esta situación de Tercera Guerra Mundial se repiten dinámicas y acontecimientos que recuerdan la preparación de los genocidios y los crímenes contra la humanidad llevados a cabo durante las guerras mundiales del siglo XX: el 24 de abril de 1915, el Imperio Otomano inició el genocidio contra el pueblo armenio con la ejecución de cientos de intelectuales y líderes armenios. También actualmente, el Estado turco persigue el objetivo de romper la resistencia y la cohesión de la población mediante la ejecución, fuera de la legalidad, de los líderes sociales y políticos. Esto incluye ataques y asesinatos coordinados por el servicio secreto turco contra los miembros de los consejos de la Administración Autónoma, la tortura y la ejecución de la secretaria general del Partido del Futuro de Siria Hevrîn Xelef o del sacerdote armenio Henan Bido y su padre. Durante la Primera Guerra Mundial, dos millones de armenios y siríacos fueron asesinados en las marchas de la muerte y en los campos de concentración del desierto de Derazor. Ahora Trump, cínicamente, ha permitido los intentos del Estado turco de “limpiar” de kurdos la región fronteriza de Rojava diciendo que un “espacio vital adecuado para los kurdos” estaría en las regiones cercanas a los pozos de petróleo en el desierto de Derazor!

Ahora como entonces, las potencias internacionales, en aras de su propio poder y beneficio, han guardado silencio sobre la violación del derecho internacional y han apoyado la preparación del genocidio. Al igual que las actitudes de las potencias occidentales, la Rusia soviética y la Sociedad de las Naciones alentaron en su momento a Hitler a ocupar Austria y Checoslovaquia, hoy existe un consenso similar de las potencias internacionales con respecto a la ocupación del norte y el este de Siria por parte de Turquía. En base a cálculos de beneficios económicos y geoestratégicos, todas ellas -incluida la ONU- están contribuyendo a los planes de genocidio de Turquía. En este artículo, las dimensiones históricas y el objetivo de la guerra de ocupación turca se examinarán con más detalle utilizando el ejemplo de los ataques a la región de Xabûr.

Resistencia contra los nuevos genocidios y feminicidios en la región de Xabûr

La región de Xabûr al pie de las montañas de Kezuwan

Los primeros bombardeos del ejército turco fueron en Serêkaniyê. En 1923 esta ciudad fue dividida en dos por la demarcación de la frontera en el Tratado de Lausanne; la parte norte de la ciudad fue rebautizada con el nombre de “Ceylanpinar” por las autoridades turcas, mientras que la parte sur de la ciudad fue llamada “Rasalayn” por las autoridades sirias. Como ciudad fronteriza y la más occidental del cantón de Cizire en el camino hacia Girêsipî y Kobanê, tiene una importancia estratégica.

La pequeña ciudad de Til Temir, situada a 40 km al sur de Serêkaniyê, es un importante cruce de la autopista M4. Aquí, la autopista que conecta Alepo y el paso fronterizo a Irak, cruza con las carreteras que conducen a Haseke, Serekaniye y Dirbesiye. Til Temir está situado al pie de las montañas de Kezuwan, que se levantan sobre las llanuras del cantón de Cizire.

Entre los años 2012 a 2015 ya se libraron aquí fuertes batallas. En primer lugar, los mercenarios del Frente El-Nusra, afiliado a la FSA, trataron de conquistar y despoblar esta región. Decenas de miles de familias -principalmente asirias y kurdas- huyeron ante las amenazas de masacres. Otros se quedaron y organizaron la resistencia junto con unidades de las YPJ y las YPG. El Consejo de Defensa Asirio de Xabûr fue fundado con el fin de impedir el éxodo completo de la población cristiana de la región.

En 2014 se produjeron nuevas masacres y ataques del Estado Islámico (EI) en la zona. 350 cristianos fueron secuestrados por el EI para extorsionar el dinero del rescate; sus pueblos fueron destruidos, ocupados y saqueados. A través de una resistencia decidida, las Fuerzas de Defensa de las Mujeres y del Pueblo lograron defender las ciudades de Til Temir y Serêkaniyê y, en el verano de 2015, las unidades de las YPJ y las YPG, junto con el Consejo de Defensa Asirio, pudieron liberar todos los territorios y aldeas ocupadas por el EI en la región de Xabûr. Combatientes internacionalistas como Ivana Hoffman también participaron en esta lucha. Ella y cientos de sus compañeros de armas -kurdos, asirios, árabes y turcos- dieron sus vidas para defender y liberar la región de Xabûr. Ellos sentaron las bases para la fase de reconstrucción que siguió después.

El proceso de reconstrucción no sólo se refiere a las casas y la infraestructura que fueron destruidas por la guerra, sino también al desarrollo del sistema de auto-administración democrática. A partir de ese momento, toda la población y los grupos religiosos tuvieron la oportunidad de articular sus necesidades e intereses y de participar en los procesos de toma de decisiones. En este proceso de construcción de comunas y consejos populares, escuelas, cooperativas, instituciones sociales y culturales, la gente de las diferentes comunidades se conoció mejor y creció junta en la vida comunitaria.

No sólo por su posición geoestratégica Serekaniye y la región de Xabûr se han convertido de nuevo en blanco de los ataques actuales. Al igual que El Nusra y el EI, el ejército de ocupación turco hoy en día también está tratando de expulsar la población cristiana, yezidí y kurda del norte de Siria. Estamos viendo una continuación de las prácticas de genocidio colonial y de las políticas de dominación imperialista de los siglos diecinueve y veinte.

La campaña actual contra las zonas y la población que vive en las regiones de la Administración Autónoma del norte y del este de Siria tiene el objetivo de destruir las culturas y la vida comunal de los distintos grupos de población que están arraigados en miles de años de historia. Porque la vida solidaria, la ética comunitaria, la economía comunal y la organización hacen superfluas las estructuras de poder del Estado. El tejido social contradice la lógica capitalista de explotación así como la división étnica y la homogeneización bajo el paraguas de los estados-nación. Los valores comunitarios y la cultura de resistencia contra la injusticia tienen profundas raíces históricas. Son la memoria colectiva de los diversos grupos de población de la región del Creciente Fértil. Por ello, ninguna de las innumerables potencias invasoras y ocupantes ha logrado hasta ahora erradicar por completo las estructuras sociales y culturales y los modos de vida que se remontan al Neolítico. Desde las aspiraciones hegemónicas de los gobernantes sumerios, acadios, asirios y persas, pasando por las campañas de Alejandro Magno y el Imperio Romano, hasta los cruzados, mongoles, otomanos y las potencias coloniales europeas, todas las potencias dejaron huellas de destrucción. Fragmentaron el país, esclavizaron a las mujeres, asesinaron y desplazaron a la población, destrozaron familias y comunidades. En los últimos 150 años, en particular, varias potencias y regímenes coloniales han tratado de despertar prejuicios y desconfianza entre los distintos grupos de población para reafirmar su supremacía. Sin embargo, no han logrado destruir la cultura de la Diosa Madre y la matriz de formas igualitarias de la sociedad en su conjunto, que hasta el día de hoy constituyen la base de la resistencia social.

Bajo las más de diez mil colinas del norte de Siria, conocidas como “Til” o “Gir”, se esconden las huellas de 10.000 años de historia de los asentamientos humanos. Zonas como Kobane, Efrin, Minbic, Jerablus, Giresipiyê, Serekaniye y la región de Xabûr, que ahora están siendo atacadas por el ejército de ocupación y los grupos mercenarios yihadistas del Estado turco, son los lugares de origen de la revolución neolítica, en la que las mujeres jugaron un papel central. Durante los últimos 5000 años, estos lugares y sociedades han sido objeto de guerras y ataques expansionistas para saquear las riquezas materiales e inmateriales de la región. Con la ocupación física, los genocidios y los feminicidios, se crearon nuevas verdades. La historia, el conocimiento, la cultura y las lenguas de los pueblos de Mesopotamia serían enterrados en las fosas comunes, porque sólo de esta manera se podrían hacer creíbles las explicaciones coloniales y patriarcales de la historia humana. Éstas, a su vez, se utilizaron para fomentar nuevas guerras y legitimar la tiranía. Estos son los relatos que los Estados imperialistas, Turquía y el EI han utilizado hasta hoy.

En cambio, queremos escuchar las voces de las mujeres que, como hijas y nietas de las supervivientes de los genocidios del siglo XX, viven hoy en la región de Xabûr. Hace dos años hablamos con algunas de las mujeres que desempeñaron un papel importante en la organización de sus comunidades: Ator Ishaq fundó una casa comunal para ancianos -principalmente mujeres- de la comunidad asiria en Til Temir que decidieron no abandonar su tierra natal. Madlein, de la aldea de Helmond en el río Xabûr, se unió al Consejo de Defensa Asirio de los “Guardianes de Xabûr” en 2012 y participó en la defensa y el desarrollo de las estructuras económicas comunales y de autogobierno en su región. Nos reunimos con Madlein después de una oración de las mujeres en la iglesia caldea de Serêkaniye. Con su sabiduría de vida y sus conocimientos ha apoyado a la joven generación de cristianos en la práctica y la defensa consciente de su cultura.

Ator Ishaq, a quien también se le llama cariñosamente “Madre de Asiria” en su comunidad, se presenta como “una hija de Til Temir y una nieta de Xabûr”. Habla con orgullo de los 7000 años de historia de sus antepasados, cuyos orígenes se remontan a las civilizaciones de los sumerios, los acadios, los babilonios y los asirios. Describe las relaciones entre arameos, asirios y caldeos, también llamados “siriacos” en inglés, de la siguiente manera: “No hay diferencias entre las culturas y tradiciones de los arameos, asirios y caldeos. Los caldeos son descendientes de Acad; los arameos descienden de Sargón y los asirios de Asur. Sargón, Acad y Asur eran hermanos. Cada uno de ellos gobernaba una ciudad-estado’1. Buscaban expandir su esfera de influencia y, como consecuencia, surgieron relaciones y disputas históricas entre ellos. Por ejemplo, el Imperio Asirio conquistó principados arameos en la región del Éufrates en el siglo IX a.C. Esto incluyó el Principado de Guzana, que fue construido sobre los cimientos del asentamiento neolítico de Til Halaf, cerca de Serêkaniyê. Sin embargo, Ator Ishaq subraya que el verdadero problema fue la política de poder colonialista, que obstaculizó la unidad de la población de habla aramea, así como de las comunidades cristianas de Mesopotamia: “Nos llamaban caldeos, asirios y arameos. El cristianismo estaba dividido en diferentes denominaciones. Algunos de nosotros pertenecemos a la Iglesia Ortodoxa Oriental, otros se volvieron a la Iglesia Occidental o al catolicismo. Pero la tierra de este país habla de los asirios. La patria de los asirios no puede ser destruida. No pudieron quebrarnos, no pudieron destruir esta tierra. No pueden silenciar la historia y cambiarla. Somos una nación de civilización de 7000 años de antigüedad. No pueden negar eso ahora“.

Elenor

También Elenor, de unos 70 años, de Serêkaniyê, habla de la cultura de 7000 años de sus antepasados que pudo ser preservada a pesar de los desastres naturales, las ocupaciones y los genocidios: “Soy caldea. Los caldeos son los nietos de Nabucodonosor y de los grandes gobernantes babilónicos. Existen varias comunidades caldeas, arameas y asirias milenarias“.

Los armenios del norte de Siria se remontan a las tribus Hayasa-Azzi que vivían en las montañas de la región llamada “Tushpa” alrededor del lago Wan. Junto con otras tribus indígenas, fundaron la Confederación Nairi en las montañas de Ararat en el primer milenio a.C. A esto le siguió la fundación del Imperio Armenio, que se extendió al norte de Mesopotamia y Anatolia bajo el gobierno del rey Tigran II en el primer siglo a.C. Así, los primeros asentamientos armenios se establecieron aquí.

Los sirios de habla aramea formaron las primeras comunidades cristianas en Mesopotamia, que fueron perseguidas por las fuerzas de ocupación romanas. El cristianismo también se extendió rápidamente entre los armenios y se convirtió en la religión del estado en el año 301. Las ciudades que hoy en día están situadas en la frontera turco-siria, como Antioquía (Antakia), Edesa (Urfa), Midyat y Nisebin (Nussaybin), se convirtieron no sólo en centros de la primera fe cristiana, sino también de la cultura, la filosofía y la ciencia. También las mujeres -como Santa Febronia de Nisbis- desempeñaron un papel importante en la construcción de las primeras comunidades cristianas. Febronia fue brutalmente torturada hasta la muerte por los soldados romanos porque se negó a renunciar a su fe y a convertirse en la esposa de un general romano. Se dice que un árbol creció de las gotas de sangre de Febronia,y que este árbol es el que se encuentra hoy en día en el patio del Monasterio de Febronia de Himo, un suburbio de Qamishlo. Hasta el día de hoy este árbol es honrado como un lugar sagrado.

Aunque todos los gobernantes se quisieron beneficiar del trabajo y los conocimientos de las academias, científicos e intelectuales asirios y armenios, las comunidades cristianas fueron perseguidas también después de la ocupación romana, al igual que bajo el dominio árabe, mongol y otomano. Para defender su existencia y su fe, una gran parte de la población asiria se retiró en el siglo XV a la región de alta montaña de “Tur Abdin”, situada entre Merdin, Amed, Hakkari y Wan. Sin embargo, incluso aquí no estaban a salvo de la persecución del Imperio Otomano. Bajo el mando del sultán Abdulhamid, el ejército otomano cometió asesinatos masivos selectivos de todos los pueblos de fe no musulmana en esta región en los años 1840-96. Los sirios, armenios y kurdos yazidis se vieron afectados por crueles masacres, deportaciones y asimilaciones forzadas. De esta manera, los antepasados de muchas familias cristianas que viven hoy en día en Rojava llegaron a las zonas de Serêkaniye, Dirbesi, Amude, Qamishlo, Tirbesipiye, Derik y Haseke.

En aquel entonces no sabían que el primer genocidio del siglo XX iba a tener lugar aquí. Elenor informa sobre los acontecimientos que vivió la generación de sus padres: “Como cristianos ortodoxos y católicos llegamos a Serêkaniyê en 19142. Después de las masacres del sultán Abdulhamid II, el Ministro del Interior del Imperio Otomano había dado a Talaat Pasha la orden de destruir a todos los cristianos y de erradicar las raíces de los armenios. Como aliado del Imperio Otomano, el Estado alemán desempeñó un papel importante en la aplicación de este plan. El genocidio de 1915 afectó a todos los cristianos, sin distinción entre armenios, asirios, arameos o caldeos. Las marchas de la muerte también llegaron a Serêkaniyê, 70.000 personas fueron asesinadas en los alrededores. Cientos de miles fueron ejecutadas en la carretera y en el desierto de Deir-ez Zor, en Shedade y Margada. Los arameos llaman a este genocidio “Seyfo” que significa “espada”. La espada era el símbolo de los otomanos. Asesinaron y violaron a mujeres y niñas; cometieron crímenes contra sacerdotes, ancianos y niños; y, algunas de las jóvenes fueron tomadas por los otomanos como esclavas 3.

Las heridas de este genocidio nunca pudieron sanar. Porque nunca hubo condiciones en las que los criminales fueran condenados y los sobrevivientes pudieran decir la verdad y sentirse seguros. El profundo trauma continuó afectando a las generaciones siguientes. Hay mucha gente en Rojava que dice “nuestra abuela era armenia”. Pero el número de los que se identifican como armenios es muy pequeño. Esto puede haber sido debido al miedo que formó la generación de sus madres y abuelas y las estrategias de supervivencia que desarrollaron. Una mujer de Amûde me dice en voz baja: “Mi madre era muy callada y no tenía confianza en sí misma. Era de la región de Mardin, en el Kurdistán del norte. Su madre había desaparecido cuando tuvo lugar el genocidio armenio. La familia de mi abuelo paterno la acogió y se casó con ella. Pero todos los que la vieron dijeron: “Es una infiel. Es una armenia. Sólo se convirtió en musulmana más tarde”. Este dolor tuvo un profundo impacto en mi madre y en nosotros como sus hijos. Mi madre nunca pudo volver a ver a su propia familia. Se mantuvo en silencio y retraída. En mi infancia tuve que ver a mi madre llorando todo el tiempo“.

Los efectos del genocidio perpetrado contra la población cristiana por el Imperio Otomano en 1914-23, que continuó en las décadas siguientes, no fueron sólo mentales y sociales. Los lugares donde se habían refugiado se convirtieron en lugares de nuevas masacres. Algunos de los asirios de la región de Hakkari habían huido durante el genocidio a las regiones de Duhok y Ninova / Mosul, que estaban bajo dominio británico. El 7 de agosto de 1933 tuvo lugar otra masacre en la provincia de Duhok, en el pueblo de Sêmêle. Se estima que 9000 asirios fueron asesinados en las ejecuciones masivas y destrucciones de pueblos que siguieron en la llanura de Mosul. Estas masacres provocaron que los asirios huyeran de nuevo de las provincias de Dohuk y Mosul. Muchos emigraron al norte de Siria, que estaba bajo mandato francés. Ator Ishaq describe de la siguiente manera el sufrimiento de los asirios que condujo a la región de Xabûr: “Los otomanos nos echaron de Hakkari; los ingleses nos echaron de Irak. Algunos dicen ahora que fueron los kurdos los que nos mataron en la masacre de Sêmêle. Si los kurdos participaron en ella, no mataron porque fueran kurdos, sino porque los ingleses y los turcos los incitaron a hacerlo. Había algunos kurdos con una moral débil que los colonialistas podían aprovechar. Sin embargo, el dinero y las armas utilizadas en esta masacre eran todos del estado otomano y de Inglaterra”.

Reconstruir la vida de nuevo en la región de Xabûr

Los asirios que sobrevivieron a la renovada masacre se establecieron principalmente por mandato francés en la región de Til Temir y en campamentos a lo largo del río Xabûr. Sólo más tarde construyeron sus propias casas, iglesias y pueblos. Ator Ishaq nos cuenta cómo sus abuelos vivieron su llegada a la región de Xabûr: “Mi abuelo y mi abuela nos dijeron que habían venido por poco tiempo, para volver a su lugar en Irak después de poco tiempo. Pero con el paso del tiempo, se establecieron aquí y construyeron sus vidas. Construyeron casas de barro y comenzaron a cultivar la tierra. Con el tiempo olvidaron su intención de regresar y se convirtieron en “cristianos sirios”. Los asirios se distribuyeron por el distrito de Til Temir. Cada tribu nombró su lugar de acuerdo con su lugar de origen. Por ejemplo, los que venían de un lugar alto en Irak llamaban a su pueblo “Ser Sibiko” o “Til Tawil”. Esto significa “lugar alto”. Tenemos una tribu llamada Tiyarê que viene del área de Tiyarê y, por ello, el nombre asirio de Til Temer es “Tiyarê”. Así que el nombre de cada uno de los 34 pueblos asirios a lo largo del río Xabûr tiene su propio significado“.

La suegra de Madlein

Madlein es del pueblo de Helmond. Esta aldea, que está dirigida por el estado sirio bajo el nombre de Til Cuma, obtuvo su nombre asirio del pueblo natal de sus padres en Irak. Ella y su suegra nos hablaron en junio de 2017 sobre las condiciones en las que su familia comenzó de nuevo en Helmond. La suegra de Madlein, de 70 años, recuerda los primeros días y la coexistencia de los pueblos de la región de Xabûr: “No teníamos ni electricidad ni agua. Fuimos al río Xabûr a buscar agua en latas. Yo tenía ocho hijos. Nunca vi al padre de mis hijos (mi marido), salvo dos meses al año porque trabajaba como tractorista en diferentes lugares. Tenía una vaca y un rebaño de ovejas. Trabajé en los campos de algodón. Salíamos a pie a cortar la hierba para alimentar a nuestros animales. Hacíamos todo el trabajo nosotros mismos. Mis hijos eran todavía pequeños. En primavera llevábamos nuestras ovejas a los altos pastos de las montañas de Kezuwan para ordeñarlas. Las familias de pastores árabes tenían tiendas de campaña hechas de lana negra. Se llevaban a nuestras ovejas con sus rebaños a pastar. Nos quedamos con ellos y trabajamos juntos. Las mujeres se encargaban de la leche y otros productos de las ovejas. Calentábamos y procesábamos la leche. Produjimos yogurt, queso, mantequilla y tore4 hechos a mano.”

Madlein continúa: “Cuando los asirios llegaron aquí, este lugar era una zona de bosque deshabitada. Después de que le dieran vida y construyeron pueblos y ciudades, el estado cambió la composición demográfica del área. Todo se arabizó. El régimen Ba’ath puso carteles con nombres de lugares árabes y estableció allí población árabe. Al principio no había problemas entre personas de diferentes nacionalidades. Todos vivían juntos y eran iguales. La vida era sencilla, pero hermosa y pacífica. Esto demuestra que en el pasado la gente vivía junta sin problemas. Teníamos una vida feliz. Pero el régimen Ba’ath dividió a la gente; algunos fueron favorecidos, otros fueron discriminados“.

Como minoría religiosa, los siriacos pudieron fundar iglesias, centros comunitarios y escuelas en Siria. Sin embargo, esto sólo se toleró mientras se definieron como “cristianos sirios” y no como una nación. Especialmente a partir de los años 80, se ejerció presión sobre las comunidades siriacas desde varios lados para persuadirlas de que emigraran de la región de Xabûr y de Siria en su conjunto: Por un lado, el Estado de Siria implementó una política de asimilación árabe. Por otro lado, los proyectos de presas del Estado turco redujeron el volumen de agua en la región de Xabûr hasta tal punto que se secaron cosechas enteras. Desde entonces, la gente de la región de Xabûr ya no podía asegurar su sustento con la producción agrícola. Al mismo tiempo, los países europeos abrieron sus puertas a los inmigrantes porque necesitaban mano de obra barata. Como resultado, incluso antes de que comenzaran los ataques de El Nusra y del EI, muchas familias asirias o algunos de sus miembros se trasladaron al extranjero. Una situación similar se aplica a muchas familias yazidis en el norte de Siria.

Madlein califica los objetivos de despoblación y la política de desarraigo como un genocidio cultural. Subraya que los pueblos de Mesopotamia que se enfrentan al genocidio deben organizar sus propias fuerzas de defensa: “Sobre todo, los pueblos asirios y yazidis deben poder defenderse. Esto es particularmente necesario desde el punto de vista militar, porque ambos han hecho grandes sacrificios y han sufrido genocidios; 37 genocidios se cometieron contra los asirios y 73 contra el pueblo yazidi. Ningún otro pueblo ha experimentado una historia de masacres de tal magnitud. Por eso nos hemos dispersado por todo el mundo. Padres e hijos, madres, hijas y hermanas fueron dispersados. Todos viven solos en un lugar diferente, en un país diferente. ¡¿Cómo se puede llamar a esto otra cosa que no sea genocidio?! Cuando vivimos tan separados, aislados; cuando nuestra lengua, cultura y tradiciones desaparecen y son asimiladas, entonces es un genocidio! Sólo podemos hablar por teléfono, pero ya no podemos vivir juntos. Es más difícil vivir aislado del otro que morir5.

La bandera asiria

En 2017, cuando nos reunimos con las mujeres asirias en la ciudad de Til Temir y los pueblos de alrededor, tomamos té y hablamos con ellas, la bandera asiria colgaba en sus salones e instituciones de tal manera que una raya roja y otra azul en el interior de cada una de las cintas tricolores era visible en la parte superior de la bandera. Ator Ishaq nos explicó que los símbolos y colores de su bandera revelan la historia asiria, la naturaleza y la situación de su país: “Las cuatro cintas, cada una de las cuales está formada por rayas onduladas rojas, blancas y azules, emergen del sol y una estrella de cuatro puntas que hay en el centro de la bandera. Las cuatro cintas y los cuatro rayos de estrella representan las cuatro estaciones y los cuatro puntos cardinales. Las rayas rojas simbolizan la sangre, las blancas la paz y las azules el agua de los ríos Xabûr, Éufrates y Tigris. En total, los tres colores de las cuatro cintas forman 12 franjas que representan los 12 meses del año. La disposición de los tres colores es diferente en cada una de las cuatro cintas. Según el estado del país, hay tres posibilidades para colgar nuestra bandera: Si las rayas rojas de ambas cintas en la parte superior de la bandera están dentro, indica que estamos en estado de guerra. Si las rayas azules de ambas cintas están en el interior visible en la parte superior de la bandera, significa que estamos en paz. Por otro lado, si -como ocurre ahora- una raya roja y otra azul en el interior de la bandera están apuntando hacia arriba, significa que estamos en “estado normal”, significa que no hay ni guerra ni paz”.

Estos dos colores, que Ator Ishaq definió como “un estado normal”, fueron claramente visibles en el verano de 2017 en Til Temir: los rastros de la guerra dejados por los ataques del EI eran todavía parcialmente visibles en el paisaje urbano. Al mismo tiempo, las huellas de la guerra se podían sentir en los encuentros con personas que informaban sobre familiares, vecinos y conocidos asesinados, secuestrados o que habían huido. Pero al mismo tiempo, las mujeres, que se organizaron con la gente de sus pueblos y barrios, que repararon sus casas y escuelas dañadas por las bombas, que vigilaron los caminos de acceso para la seguridad de la población, cultivaron sus campos y jardines, llamaron a sus parientes para que regresaran a la región de Xabûr e hicieron nuevos planes de futuro para ellas y sus hijos, sembraron la esperanza de que la paz seguramente llegaría pronto.

Karima Betha, una delegada armenia del Consejo de Distrito de Derik, también dijo en una conversación en agosto de 2019: “Hemos pasado una nueva página con esta revolución. A veces, algunas personas de la generación más vieja todavía se acercan a ella con sospecha y miedo. Pero la nueva generación es diferente. Especialmente las mujeres de nuestra comunidad han ganado mucha confianza en sí mismas. Todas debemos estar juntas. Hemos aprendido que ya no es necesario seguir la voluntad del hombre, servirlo y escucharlo solamente a él. Las mujeres han cambiado y tienen sus propias opiniones. Ahora podemos hablar y hacer política. Podemos ponernos de pie y defendernos. Nuestras relaciones sociales con las familias kurdas y árabes son ahora mucho más intensas. Todos vivimos juntos y sabemos que podemos crear un futuro feliz juntos. Si nos unimos, alcanzaremos nuestra meta, entonces ningún poder del mundo podrá controlarnos y oprimirnos. Si un árbol está solo y es débil, puede ser fácilmente arrancado por una tormenta. Pero cuando muchos árboles fuertes se encuentran uno al lado del otro, permanecen firmemente arraigados”.

Esta confianza en sí mismas es lo que da a las mujeres de las comunidades cristianas y a las mujeres kurdas y árabes la fuerza para organizar hoy la resistencia contra los nuevos planes de genocidio de Turquía en la zona de Xabûr y otras zonas del norte y este de Siria.

Madlein de los “Guardianes de Xabûr”

Desde el 9 de octubre de 2019, dos franjas rojas de las cintas de la bandera asiria están apuntando hacia arriba de nuevo. Más de 500 cristianos huyeron de Til Temir a Haseke en las primeras semanas de la guerra debido a los continuos ataques por tierra y con drones. Madlein, que dijo de sí misma que no había sido más que una “simple ama de casa y madre” hasta 2012, cuando se unió al Consejo de Defensa Asirio, ahora participa de nuevo activamente en la defensa de la región de Xabûr. Considera que es su responsabilidad, porque “como pueblo asirio, especialmente como mujeres, hemos sido objeto de muchas masacres y atrocidades una y otra vez”. Desde el día negro en que los grupos terroristas del EI atacaron nuestras aldeas pacíficas en la región de Xabûr, el 23 de febrero de 2015, los corazones de las personas pacíficas de aquí han vuelto a sufrir y a tener miedo. Todavía recordamos las masacres, la destrucción y el saqueo, los secuestros y los encarcelamientos y la profanación de nuestros lugares sagrados. Son imágenes que nunca olvidaremos. Ahora, la ocupación y los ataques del Estado turco bajo Erdogan y sus grupos aliados son un gran peligro.

En particular entre los pueblos asirios, arameos, caldeos y armenios de la región, masacrados por los otomanos como durante el Seyfo y en Sêmêle, estos ataques despiertan un gran temor. El peligro hoy es mayor y más grave. Si el Estado turco y sus grupos terroristas continúan con sus ataques y crímenes, seremos testigos de un genocidio contra los pueblos indígenas y de la destrucción de civilizaciones de miles de años”.

Madlein enfatiza que el peligro de un nuevo genocidio y femicidio afecta a todos los pueblos y mujeres de la región y sólo puede ser detenido por una resistencia común: “Nuestros temores y preocupaciones no son sólo para el pueblo asirio, sino para toda la población y todas las comunidades de la región, ya sean asirios, siríacos, armenios, caldeos, kurdos o árabes. No hay diferencia entre musulmanes y cristianos. Porque cuando el enemigo ataca una zona, en última instancia ya no distingue entre asirios, kurdos o árabes. Lo saquea, destruye, quema y destruye todo. El enemigo no conoce la misericordia, ni con la gente ni con las piedras. No distingue entre la destrucción de una iglesia o una mezquita. (…)

Como mujeres asirias, hacemos un llamamiento a todas las organizaciones de mujeres y de derechos de las mujeres para que se opongan a esta ocupación. Exigimos que el Estado turco abandone nuestra patria, Siria. Porque lo vemos como una potencia ocupante que amenaza nuestra existencia y nuestra permanencia en nuestra patria “6.

Si queremos evitar que los crímenes de genocidio del siglo XX se repitan en el siglo XXI, debemos escuchar este llamamiento y actuar. Si no queremos compartir un día la culpa de los crímenes históricos contra la humanidad, como lo hizo la generación de nuestros abuelos, no podemos permanecer indiferentes. Hasta el fin del fascismo de Erdogan y de la ocupación turca en el norte y este de Siria, nuestra resistencia debe continuar y volverse aún más amplia y más fuerte!

29 de noviembre de 2019

Andrea Benario

La primera publicación del artículo fue en aleman en el Kurdistan Report nº 207 [link]

1Charla con Ator Ishaq en Til Temir el 21-06-2017.

2El 26 de octubre de 1914 Talât Pasha ordenó la deportación de los caldeos de la región de Tur Abdin/Hakkari.

3Entrevista a Elenor, el 19-06-2017 en Serêkaniye.

4Un tipo tradicional de queso cremoso

5Charla en el pueblo de Helmond, región de Til Temir, el 22 de junio de 2019.

6Entrevista con Madlein en Til Temir, noviembre de 2019

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