La noche de Walpurgis. De la llegada del verano a la llegada del Demonio.
La noche del 30 de abril se celebra en diferentes lugares del norte y centro de Europa la conocida como “Noche de Walpurgis” o “Noche de las brujas”. El origen de la festividad está conectado con diferentes tradiciones paganas germanas. La tradición señala esta fecha como de transición de la primavera al verano, la festividad de Beltane en honor a Belenos, dios del fuego, en la cual se prenden hogueras para renovar con el humo a los pueblos y a sus habitantes, como método de purificación.
Mientras en Grecia y Roma mantuvieron las hogueras como purificación y culto a los dioses, con el tiempo se va construyendo una nueva narrativa alrededor de las mujeres con tal de imponer el dominio patriarcal: pasamos de una tradición vinculada con la diosa madre y la naturaleza, con el uso de la medicina natural por parte de las mujeres, a la historia de las brujas y sus maléficas intenciones conectadas con Satán. Lo vemos claro en la cristianización de la festividad a través de la santa Walburga de Heidenheim, aclamada por su lucha contra las «plagas, rabia y tos ferina, así como contra la brujería».
Las hogueras pasan a ser encendidas esa noche como protección frente a las brujas, ya que se dice que la noche de Walpurgis era uno de los días en que las brujas realizaban una de sus más importantes reuniones, llamadas “sábats” (o “aquelarres”), para realizar sus ritos.

Las brujas como representación de la dominación patriarcal y la resistencia de las mujeres.
La noche de Walpurgis y su desarrollo es un ejemplo de cómo las mujeres hemos sido atacadas, criminalizadas y asesinadas con el objetivo de establecer cambios en la organización social. Pero también es una muestra de nuestra resistencia contra las imposiciones estatales y patriarcales. Este episodio del sometimiento de las mujeres se concretó de la manera más cruel con el asesinato de alrededor de 80.000 mujeres acusadas de brujería, especialmente en Europa Central (más de la mitad de las cuales en Alemania), y entre los siglos XV y XVIII.
Aún así, el procesamiento y asesinato de mujeres por sus prácticas contrarias a los valores patriarcales de los estados, relacionándolo con la brujería, no se limita a Europa ni a aquellos siglos. Con la colonización del continente la caza de brujas se exportó a Latinoamérica como herramienta de esclavización. También en regiones no cristianas o que han sido cristianizadas recientemente aparece una y otra vez la persecución de brujas, la brujería o de la magia. Por ejemplo en el norte de Sudáfrica, en India o Papúa Nueva Guinea. O también en países islámicos como Arabia Saudí, de la mano del proceso de globalización, de la privatización de la tierra, del despojo.

En este sentido, la autora Silvia Federici hace una lectura de la caza de brujas ligada a la implementación del capitalismo como sistema hegemónico durante la Edad Moderna, proceso para el cual necesita llevar a cabo este ataque brutal sobre las mujeres con el objetivo de controlar la fuerza de reproducción y la tierra:
“La caza de brujas, así como la trata de esclavos y la conquista de América, fue un elemento imprescindible para instaurar el sistema capitalista moderno, ya que cambió de una manera decisiva las relaciones sociales y los fundamentos de la reproducción social, empezando por las relaciones entre mujeres y hombres y mujeres y Estado. En primer lugar, la caza de brujas debilitó la resistencia de la población a las transformaciones que acompañaron el surgimiento del capitalismo en Europa: la destrucción de la tenencia comunal de la tierra; el empobrecimiento masivo y la inanición y la creación en la población de un proletariado sin tierra, empezando por las mujeres más mayores que, al no poseer una tierra que cultivar, dependían de una ayuda estatal para subsistir. También se amplió el control del Estado sobre el cuerpo de las mujeres, al criminalizar el control que estas ejercían sobre su capacidad reproductiva y su sexualidad (las parteras y las ancianas fueron las primeras sospechosas). El resultado de la caza de brujas en Europa fue un nuevo modelo de feminidad y una nueva concepción de la posición social de las mujeres, que devaluó su trabajo como actividad económica independiente (proceso que ya había comenzado gradualmente) y las colocó en una posición subordinada a los hombres. Este es el principal requisito para la reorganización del trabajo reproductivo que exige el sistema capitalista.”
No sólo podemos ver la continuidad de la caza de brujas en aquellos países donde se continua desarrollando el feminicidio bajo este pretexto, como vemos ligado a procesos de explotación, sino que la posición de la mujer en la sociedad viene profundamente marcada por procesos disciplinarios como el que representa este. La caza de brujas se trató también de una campaña de terror contra las mujeres que ha dejado un impacto muy fuerte sobre la condición social, sobre la imagen de quiénes son las mujeres, que ha contribuido a destruir el poder social de la mujer, a desvalorizar a la mujer como sujeto social. Ha contribuido a crear el modelo de “buena mujer” respecto a los valores patriarcales, para los cuales no somos más que un objeto a su servicio, así como a romper lazos comunitarios y resistencias. Se animó a los habitantes a delatarse entre ellos y se generó la imagen sobre el peligro de los espacios de mujeres que no estaban controlados por los hombres ni el estado que representaban los “aquelarres”.
También el perfil de mujer mayoritariamente acusada nos ayuda a hacernos una idea de los valores patriarcales que se intentaban afianzar. Muchas las mujeres acusadas de brujas eran curanderas, aunque también cocineras y comadronas, así como las encargadas de cuidar niños. Gran parte de ellas eran de edad avanzada, mayores de 50 años. La mayoría de las mujeres acusadas de brujería eran solteras o viudas, y en general pertenecían a los niveles más bajos de la sociedad. Como vemos, las mujeres que tenían control de la salud y la reproducción, las mujeres que no servían para tener hijos para el sistema, o directamente las que no eran productivas, eran mujeres enemigas de los valores patriarcales impuestos al servicio del capitalismo.

En este sentido, no podemos contemplar de manera desvinculada la realidad de dos fechas que no sólo se unen en el calendario sino también en su sentido histórico y de perspectivas de lucha para el futuro. La opresión de las mujeres que vivió una fase determinante con la caza de brujas conmemorada el 30 de abril en muchos lugares de Europa fue necesaria para la implantación del capitalismo que oprime a toda la clase trabajadora, cuyo día internacional de lucha se estipuló el Primero de Mayo.
El ataque a la sociedad que supuso la implantación del capitalismo se expresó de manera brutal en las vidas y cuerpos de las mujeres con la caza de brujas. De la misma manera, esto sigue sucediendo en la explotación y el imperialismo modernos, donde las mujeres son el territorio de conquista de los pueblos ocupados, la mano de obra barata y gratuita del insaciable capitalismo, el chivo expiatorio de los hombres en todo el mundo, que continuan cometiendo feminicidios. Así pues, sólo con una lucha de emancipación del pueblo trabajador que entienda profundamente el papel de la opresión de las mujeres y la desconexión de la naturaleza en el desarrollo del capitalismo, y que haga de la liberación de las mujeres un punto básico de su agenda política, podremos avanzar. La Noche de Walpurgis y el Primero de Mayo nos muestran el reto de llevar a la práctica luchas que contemplen la dimensión de género de la explotación capitalista y la dimensión de clase y colonial de la explotación de las mujeres.
El camino hacia la libertad. Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar.
Como en toda la historia de opresión de las mujeres, esta ha estado marcada por las resistencias, que aunque se hayan intentado borrar de nuestra memoria colectiva, siguen estando bien presentes en la lucha de las mujeres actualmente. La existencia de las “brujas” en sí misma representa una muestra de la rebelión y la desobediencia contra la asimilación de la Iglesia y del Estado que llevaban a cabo esas mujeres conservando sus modelos de vida al margen de sus imposiciones.
Fue el Movimiento de Liberación de la Mujer de los años 70 el que reavivó el interés por la caza de brujas. Las feministas se dieron cuenta de que se trataba de un fenómeno muy importante, que había dado forma a la posición de las mujeres en los siglos venideros, y se identificaban con el destino de las ‘brujas’ como mujeres que fueron perseguidas por resistirse al poder de la Iglesia y el Estado.
Un ejemplo lo encontramos en Alemania. Recuperando nuestro legado como mujeres, a finales del decenio de 1970 y en el decenio de 1980, las mujeres de toda Alemania se manifestaron durante la Noche de Walpurgis con rostros pintados de blanco, antorchas y velas contra «el toque de queda para las mujeres en la oscuridad». Este año, la campaña «Luchando juntas por la autodeterminación y la autonomía democrática» (Gemeinsam Kämpfen für Selbstbestimmung und Demokratische Autonomie), hace el siguiente llamamiento para la noche de Walpurgis:

“Hacemos un llamamiento para que el 30 de abril de este año se llene de acciones y reuniones conscientes y feministas. En la tradición de las manifestaciones de «Recuperar la noche», es un día en el que queremos tomar el espacio contra la violencia patriarcal. Ahora mismo necesitamos una fuerte respuesta feminista a la creciente violencia y a los ataques del estado en tiempos de corona.
El 30 de abril también está dedicado a la memoria de uno de los mayores feminicidios de nuestra historia, el asesinato de las llamadas «brujas». La caza de brujas sentó las bases para la destrucción de grandes cantidades de conocimientos, la mayoría de los cuales tenían las mujeres sobre la salud y la curación, y por lo tanto fue arrebatada a la población. Hoy más que nunca nos enfrentamos a una crisis del sistema de salud y necesitamos respuestas feministas fuertes para esto también.”
Porque por mucho que intenten desconectarnos de nuestro pasado y de la naturaleza, criminalizarnos por no cumplir con los mandatos patriarcales, perseguirnos y asesinarnos con un feminicidio que continúa produciéndose ante la más apabullante normalización, eso sólo nos da más energía para continuar la lucha, sabiéndonos nietas de esas brujas que no quemaron, guardianas de la memoria de las que sí que pudieron quemar. Con el legado de todas las mujeres asesinadas y sobretodo de su lucha resistente contra el patriarcado. Recuperando y fortaleciendo los vínculos entre mujeres de todo el mundo y nuestro vínculo con la tierra. Conscientes que somos porque fueron, y que los pasos que hacemos hoy en búsqueda de la libertad sólo nos llevarán a buen puerto si giramos la cabeza para mirar los pasos de todas esas “brujas” que nos precedieron.
Es por eso que en este contexto de feminicidio, de aumento de la violencia patriarcal, pero también de lucha y resistencia de las mujeres en todo el mundo, y con motivo de la noche de las brujas, queremos reafirmarnos en la lucha por la libertad de las mujeres. Para que nuestras escobas nos guíen hacia ella junto con todas las mujeres del mundo. Herederas de todas las brujas quemadas, de todas las mujeres asesinadas en las guerras imperialistas, como la que se produce hoy en día en el norte y el este de Siria, de todas aquellas a las que se roba la vida y la libertad pero las cuales resisten con su lucha a la mentalidad patriarcal del Estado. Por ellas luchamos y por ellas venceremos.